Pac-Man y Balas

 
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El acelerado ritmo de vida al que nos somete la era de la información ha provocado que aquellos que rondamos la treintena miremos a la década de los 80 con cierta nostalgia. Una época que asociamos con las hombreras, el tacto de las peonzas viejas, la televisión en color y el característico olor de las páginas de «Los machafatos».

Hay otra circunstancia que también asociamos a este período, una nostalgia que, en este caso, no nos saca ninguna sonrisa: el auge de los grupos terroristas a nivel prácticamente mundial. Durante los años 80 las actividades paramilitares se convierten en una forma tan fácil como violenta de exigir a diversas entidades, desde una humilde familia a un poderoso gobierno, la entrega de diversas demandas, ya sea la «donación» de una suma de dinero, o un cambio drástico en el mapa geopolítico. Repasemos algunas de estas situaciones.

imagen1A partir de 1969, y hasta bien entrado el siglo XXI, el Úlster ha lidiado con un problema de gran complicación. La escisión de Irlanda del Norte y su continuidad en el Reino Unido, proclamada tras la guerra civil irlandesa que culminó en 1921 con la independencia de la isla esmeralda, conllevó la aparición de un grupo armado en la zona norteña cuyo objetivo radicaba en la separación del Imperio Británico y la unión con sus hermanos irlandeses, amén de otros motivos ideológicos y religiosos. Esta organización, nombrada IRA (Irish Republican Army -nada que ver con el IRA referente al ejército irlandés durante la guerra de independencia-), se ha mantenido operativa durante la mayor parte del pasado siglo, centrándose su máxima actividad en las décadas de 1970 y 1980 a través de sus múltiples ramificaciones. El episodio más tristemente conocido quizá sea el «Domingo sangriento» de 1972, en el que las fuerzas armadas británicas abrieron fuego contra integrantes de una manifestación en Derry, mayoritariamente católica, en contra del encarcelamiento sin juicio de aquellos sospechosos de pertenencia al IRA. 14 personas resultaron muertas por los disparos de los soldados británicos, y otras 30 fueron heridas. La mayoría de los fallecidos no superaban los 20 años.

La cultura irlandesa se ha encargado de inmortalizar este movimiento, tanto en la música como en el cine. El grupo U2 nos legó «Sunday, Bloody Sunday» (War, 1983), tema que se ha convertido en un himno condenatorio de la violencia contra los católicos norirlandeses, inspirada en los acontecimientos anteriormente descritos. Once años más tarde, Dolores O’Riordan y sus Cranberries nos dejaban «Zombie» (No need to Argue, 1994), en esta ocasión expresando su rechazo al atentado perpetrado en la ciudad inglesa de Warrington. La filmografía es mucho más extensa, destacando, entre la gran variedad de producciones, «En el nombre del padre» (Jim Sheridan, 1993), basada en las injusticias llevadas a cabo por el ejército inglés en la zona; «Bloody Sunday», (Paul Greengrass, 2002), referente al suceso de Derry; y «El viento que agita la cebada» (Ken Loach, 2006), acerca del nacimiento del IRA en los albores de la guerra de 1920.

España, como bien sabrá el lector, también ha tenido que soportar los horrores del terrorismo. La organización terrorista ETA (Euskadi ta Askatasuna -libertad para Euskadi-) nace en 1958 como una escisión del Partido Nacionalista Vasco, con el objetivo de alcanzar un estado vasco independiente y socialista, comprendiendo el territorio de lo que el nacionalismo vasco denomina «Euskal Herria», segregado en los estados de España y Francia. Para tal fin han utilizado varios métodos: extorsión a empresarios vascos, secuestros y asesinatos, ya sea con coches bomba o con armas de fuego. En los 80 fueron combatidos de forma nefasta por los GAL (Grupos Armados de Liberación), cubriendo España con la poco honorable losa del terrorismo de Estado. Surge durante esa época el autodenominado «rock radical vasco», de estética similar al punk británico, como consecuencia de la crisis, la marginalidad de algunos barrios vascos y la transición política. Su ideología es lo que hoy podríamos calificar como «antisistema», y gran parte de los grupos englobados en esta categoría guardan relación con el movimiento abertzale. Algunos ejemplos son Kortatu o Eskorbuto

Desgraciadamente, en nuestro país no hemos podido disfrutar, hasta hace pocos años, de documentos artísticos fehacientes de tan turbulentos tiempos. Si bien el tardofranquismo se ocupó eficazmente de suprimir cualquier indicio de cultura subversiva, los años posteriores al régimen no hicieron despertar el sentimiento antiterrorista en el ámbito cineasta español. Sólo «Operación Ogro» (Gillo Pontecorvo, 1979), con amplísima colaboración italiana, destaca entre las pocas producciones de la transición. Habría que esperar hasta los inicios del siglo siguiente para disfrutar de títulos de dudosa reputación como «El Lobo» (Miguel Courtois, 2004) o «GAL» (Miguel Courtois de nuevo -se ve que el tema le rentó-, 2006), inspirada en el mencionado grupo armado, en un film que deja en evidencia la incapacidad de los directores españoles para realizar un thriller político imparcial. 

imagen2Por otra parte, la escena musical del momento también deja bastante que desear. Aunque las principales mentes del gremio pasaran las tardes en un sofá con una jeringuilla colgando del brazo y una baba de la boca, siempre nos quedará el afamado himno, tan recurrente como líricamente elaborado -entiéndase la ironía- de la banda andaluza Jarcha «Libertad sin ira», del que tanto hemos tirado los españoles en cada manifestación cada vez que algún etarra decidía empuñar las armas. Fuera de ahí, tenemos magníficas composiciones propias de la movida madrileña como «Suck it to me» de Almodóvar y McNamara que, aunque no tocan en absoluto un tema tan delicado como el terrorismo, sí nos permiten hacernos una idea del panorama musical y la idiosincrasia española de la que a veces nos da por presumir.

Además de estos grupos, que tanto daño han causado, han existido en Europa otros de menor repercusión, y algunos que rozaban el ridículo. Francia no se ha librado del problema del terrorismo independentista. A la escasa actividad etarra en tierra gala, hay que sumar la aparición en 1966 del «Frente de Liberación de Bretaña», de ideología celtista, que persiguió el restablecimiento de las relaciones franco-bretonas anteriores al tratado de Unión Perpetua de 1532. Se cuenta únicamente a una trabajadora de un McDonald’s entre sus víctimas. Como curiosidad, el hecho de que las malas lenguas ligasen a Alan Stivell con este movimiento. En Austria y Alemania, el «Ejército de Liberación Bávaro» (o Bajuwarische Befreiungsarmee, para quien quiera rasgarse las cuerdas vocales) buscó, desde una ideología de extrema derecha, el establecimiento de un estado bávaro étnicamente homogéneo.

Ejemplo de terroristas bretones

Ejemplo de terroristas bretones

América tampoco se ha librado, ni mucho menos. En la región del sur los grupos paramilitares son tan numerosos que necesitaría varias horas sólo para nombrarlos a todos, destacando, entre otros, el peruano «Sendero Luminoso» y el «Frente Sandinista de Liberación Nacional» (FSLN), que ha sumergido a Nicaragua en una cruenta guerra civil desde hace décadas. Respecto a norteamérica, reseñar el minoritario «Frente de Liberación de Québec», ya inactivo, a favor de la independencia del estado canadiense del mismo nombre.

En mi tierra, por lo visto, ha operado un grupo denominado «Tierra Lleunesa», con la esperanza de conseguir la autonomía (que no la independencia) del País Leonés, que engloba a León, Zamora y Salamanca sobre el papel pues, si bien Salamanca formó parte del medieval Reino De León -al igual que Valladolid o Palencia-, fue repoblada exclusivamente con gentes castellanas. Mestizaje meseteño, vaya.

En la actualidad, la actividad terrorista más importante se concentra en los grupos islamistas de oriente próximo, que nos ha acostumbrado a ver las consecuencias de comandos suicidas o los degollamientos de rehenes en los noticiarios, mientras degustamos impasibles nuestro almuerzo.

Nos pilla lejos, no nos importa. Demasiada información.

La verdad ya nos da igual.

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