Mientras tanto, en el frío norte de la pérfida Albión un joven Bobby aporrea dos tapas de cubo de basura mientras su amigo Jim Beattie hace líneas de guitarra con un pedal de distorsión.
En Glasgow no ha llegado el movimiento que sacude la ciudad Mancunian. El sonido de estos dos muchachos, primitivo y simple, se acerca a un grito primario, a una liberación de los traumas infantiles, como describía Arthur Janov en su libro “Primal Scream”. Así nació el nombre de esta banda, aunque ellos tampoco estaban seguros de que ni su nombre ni su estilo vinieran a colación de ninguna terapia psicológica.
Con un apellido de los que marcan para una carrera en la música (hemos de recordar al gran Dizzie Gillespie, experimentador de sonidos aunque tan alejado en lo musical como en los lazos sanguíneos), el joven Gillespie se enrola en los ruidistas y geniales The Jesus and Mary Chain como batería. Su paso por allí fue fugaz, aunque suficiente como para sacar el gran Psychocandy y conseguir fama por su forma de tocar: de pie y con sólo una caja y un tom.
La alternancia entre su banda, Primal Scream, y la banda en la que está consiguiendo éxito, The Jesus and Mary Chain, se hace imposible, haciendo que se vuelque en su propio proyecto abandonando a los hermanos Reid. En ese momento, y tras cambiar a la mitad de la banda original, empieza a despegar como tal la trayectoria de Primal Scream.
Una vez centrados y con banda nueva, el resultado no fue el esperado: ante unas flojas ventas y una respuesta fría de la crítica la desbandada fue total. Endeudados y desganados solo queda algo que hacer:
Traslado a Brighton donde conocen la nueva música de moda, que se ha introducido paso a paso en Londres gracias a clubes como el Shoom y dj’s como Andrew Weatherall. Aunque el comienzo en Brighton no guarda ninguna relación con el acid, su querencia hacia esa música va en constante crecimiento. Este género ya se ha instalado a lo largo de todo el Reino Unido, siendo Londres y, principalmente Manchester, sus focos. Influenciados por ello, y con la banda renovada de nuevo empiezan a ver qué les sugiere el acid. GIllespie, aficionado a la heterodoxia musical ve una posibilidad de acercarlo a lo hecho por ellos hasta ese momento.
Aparte de la banda como tal, juegan una parte muy importante en este disco los dj’s Andrew Weatherall y Terry Farley, ambos de la escena house londinense. Con esa base de sonido, Gillespie se ve libre para incluir otros géneros más cercanos a lo hecho por él hasta ahora y otros mucho más alejados como esos lisérgicos coros Gospel que salpican el disco.
Con todos estos ingredientes se gesta Screamadelica. Un álbum colorista, preciso, festivo y sugerente que se ha hecho sitio a empujones entre álbumes experimentales tan influyentes para la música como el Kind of Blue de Miles Davis, el homónimo The Velvet Underground o Led Zeppelin–IV (ahí es nada).
Alejado geográficamente del universo Mancunnian pero a la vez tan cercano musicalmente, este disco supone un antes y un después en la escena electrónica. Desde el frío norte hasta la soleada Brighton, Primal Scream añadieron un escalón más en el amplio, amplísimo, universo Madchester.